Sr. Director:
Convivir durante varios años con las indeseadas consecuencias de la lesión deportiva en futbolistas y su posible riesgo de recidiva nos ha llevado a plantearnos la necesidad de establecer y concretar estrategias que faciliten al cuerpo técnico la toma de decisión concerniente al momento idóneo para la vuelta al grupo de un jugador lesionado.
Conscientes de que una rehabilitación inadecuada, unida a una temprana vuelta a la práctica deportiva y un historial lesivo previo, se presentan como principales causas de la aparición de un episodio lesivo recidivante1, 2, 3, abogamos por un adecuado proceso de reeducación funcional deportiva como principal herramienta para hacer frente a esta casuística.
Dentro de esta actuación reeducativa, siguiendo las recomendaciones de Lalín y Peirau4, consideramos de obligada inclusión estrategias para el correcto control y seguimiento del deportista lesionado que nos otorguen un soporte para objetivizar —en la medida de las posibilidades que un asunto tan complejo y multicausal como este nos puede permitir— nuestras decisiones relativas a la superación de fases a lo largo de este periodo, más allá de la subjetividad tan habitualmente utilizada.
Con el ánimo de garantizar un seguro return to play (momento en el que un deportista lesionado puede volver con seguridad a los entrenamientos y a la competición)5, la utilización de progresiones funcionales que impliquen tareas propias de la especialidad deportiva (lanzar, pasar, conducir, regatear)6 y que hayan sido diseñadas teniendo en cuenta factores como el mapa condicional y muscular de la actividad, la demarcación del jugador, el momento de la temporada, la tolerancia del jugador y su respuesta psicológica, no solo aportará al futbolista beneficios desde el punto de vista condicional y coordinativo, sino que también influirá positivamente en su aspecto psicológico7 a la hora de incorporarse al grupo.
La inexistencia de un sentir consensuado en relación con el tiempo necesario para un regreso grupal de modo seguro convierten a esta decisión en altamente subjetiva en la mayoría de los casos, donde el tiempo y los plazos para volver a jugar dependen de la gravedad y de la complejidad de la lesión8. Fuller et al.9, defendiendo la idea de que en la mayoría de los clubes no se dispone de criterios concretos por los que un jugador lesionado pueda volver al grupo, propusieron ya en 1997 que era recomendable disponer del perfil fisiológico y de los valores del estado físico del jugador previos a la lesión, y de este modo poder utilizarlos como punto de referencia a alcanzar10.
Puesto que la mayoría de publicaciones revisadas5, 11, 12, aun utilizando criterios clínicos, condicionales, funcionales, psicológicos y subjetivos, no otorgan, a nuestro modo de ver, la necesaria importancia consensuada en 20025 al respecto de la recuperación de las habilidades deportivas específicas como aspecto clave antes de permitir el return to play, consideramos que aportar una herramienta de seguimiento que nos permita controlar y adecuar el progreso específico de las habilidades propias de nuestro deporte podría ayudar a completar el «vacío» considerado al respecto.
Así, y aunque es cierto que existen algunas propuestas —como la de Rösch et al.13 en la batería de test estandarizado F-MARC Test, que plantean 8 pruebas de habilidad con balón con el objetivo de evaluar al jugador en relación a las acciones técnicas con balón—, consideramos, basándonos en nuestra práctica diaria, que se hace necesaria una progresión acorde a la complejidad situacional que el jugador encontrará nada más incorporarse con el grupo, sin limitarnos meramente a aspectos de tipo individual, sino integrando la realidad socioafectiva del fútbol a la progresiva red de situaciones vivenciadas por el lesionado.
De este modo, inspirados por propuestas como la de Fuller y Walker en 200614, presentamos nuestra herramienta como una aportación ampliada, contextual, específica y adecuada a la modalidad, que en su ánimo de seguir y controlar la progresión acaecida durante las últimas fases readaptativas del jugador lesionado contribuya a su vez a complementar al resto de pruebas utilizadas (test, cuestionarios, observaciones…).
La herramienta en cuestión se asentaría sobre 3 bloques (fases) de valoración, compuesto cada uno de ellos por 8 ítems a valorar a través de una escala tipo Likert de 5 puntos basándose en los parámetros de velocidad, confianza y molestia.
Desde contenidos básicos con/sin balón (fase 1) pasando por contenidos avanzados con balón (fase 2) y llegando hasta los medios grupales del juego (fase 3), el jugador debería superar cada una de estas fases antes de poder vivenciar medios propios de fases más avanzadas.
La valoración de los medios específicos contenidos en cada una de las fases se realizaría mediante un sumatorio total de puntuaciones obtenidas, correlacionándose este valor con el símil funcional de un semáforo, de modo que las puntuaciones correspondientes a una luz verde nos permitirían avanzar de fase, y valores relacionados con una luz roja nos recomendarían frenar en nuestro avance, facilitando de este modo un feedback claro, consensuado y visual, al alcance de todo implicado en el proceso lesivo en cuestión.
Utilizada durante años tanto en equipos profesionales como en categorías inferiores, nuestra experiencia nos invita a reforzar la idea de manejar esta herramienta con cautela, de modo complementario e individualizado a cada caso lesivo, y nunca como prueba única incontestable referente al momento de vuelta al grupo del futbolista lesionado.
Autor para correspondencia. pedrogomez7@hotmail.com