Es cierto que, cuando una persona nos abandona, existe una gran tendencia a ensalzar sus virtudes y a minimizar sus defectos. En el caso del Dr. Balius no ha sido necesario que falleciera para que la comunidad médica le reconociera sus méritos, y sobre todo como enriqueció la medicina, una de sus pasiones que en él alcanzó la máxima expresión, tanto en el aspecto científico, como en la vertiente artística.
El Dr. Ramon Balius amaba el deporte, y por ello orientó su formación en traumatología al servicio de las enfermedades generadas por la actividad física y, simultáneamente, con un grupo de amigos potenció que la medicina del deporte se implantara en Catalunya y alcanzara un nivel de excelencia que entonces incluso podría parecer excesivo que se le dedicara tanto tiempo y tanta ilusión. Corría la década de los sesenta y el Dr. Balius con sus publicaciones ya introducía conceptos en la traumatología del deporte, que mantienen actualmente una total vigencia. Muchos médicos que teníamos la ilusión de dedicarnos al mundo del deporte conocimos su sabiduría, y de él aprendimos el rigor y la dedicación a la historia clínica y a la exploración física. Su aspecto y su talante imponían, imponían de entrada, pero tras una breve relación ya afloraba su gran afabilidad, su gran educación y su entusiasmo por el trabajo que realizaba. El Dr. Balius fue un innovador, un precursor en el uso de las técnicas de diagnóstico aplicadas a lo que él denominaba «atlopatías», tanto en el aspecto conservador, como en el quirúrgico. Su prestigio persistió incluso después de alejarse de la vida profesional.
Todavía hay otra circunstancia que le distinguía: su pasión por el arte. Todos recordamos sus maravillosos artículos de la revista Apunts. Medicina de l’Esport, en la sección «Cuando el deporte se hace arte», y la colaboración especial que mantuvo con el INEFC en la búsqueda bibliográfica y el diseño de páginas y más páginas en que muchos artistas plasmaron sus ideas y visiones del deporte, recopiladas con avidez, perseverancia e ilusión.
Con todo, es preciso recordar la tercera pasión del Dr. Balius: su familia, a la que transmitió esta pasión. Sus hijos, dedicados con la misma ilusión que el padre a la medicina y ciencias del deporte son la expresión más clara de su espíritu.
No hay mejor manera de recordar al Dr. Balius que hacerlo desde las páginas de la revista Apunts, que consiguió que fuera una realidad el año 1964 y a la que, a lo largo de su vida, dedicó muchas horas y mucho cariño.
Nos ha dejado, posiblemente uno de los últimos médicos que vivía profundamente el amor a su familia, a la ciencia y al humanismo.