La obesidad es un problema importante de salud en los países desarrollados. Es necesario el diseño de sistemas de evaluación que permitan valorar de forma combinada los factores de prevención del sobrepeso y de la obesidad relacionados con un estilo de vida saludable. El objetivo de este estudio es desarrollar y aplicar un sistema de evaluación combinada de las conductas de ejercicio físico, de alimentación y de las variables psicológicas relacionadas con su adherencia. El sistema se ha aplicado en jóvenes universitarias, comparando los resultados en función de su nivel de práctica de ejercicio físico.
MétodoTreinta y ocho estudiantes universitarias (edad media 22,64 ± 2,61 años), clasificadas en 3 grupos: 12 deportistas, 12 activas y 14 no activas. Completaron una batería de cuestionarios relativos a la práctica de ejercicio físico, hábitos de alimentación y aspectos psicológicos relacionados con la adherencia. Se tomaron sus medidas antropométricas y se realizaron test de condición física saludable.
ResultadosEl grupo de las deportistas presentó un mayor fuerza y resistencia muscular (p = 0,003), más minutos de práctica de ejercicio previo (p = 0,019) y actual (p > 0,001) y un menor rol emocional (p = 0,031) respecto a los otros grupos. Las motivaciones principales para todas las participantes fueron la salud, la reducción del estrés, la diversión y la mejora de la condición física cardiorrespiratoria, siendo esta última superior en las no activas (p = 0,043). La puntuación en las barreras fue mayor en las no activas, siendo significativamente superior para la falta de voluntad para ser constante (p = 0,001) y la falta de tiempo (p = 0,014). No se encontraron diferencias significativas en cuanto a la dieta ni al estado de ánimo.
ConclusiónEl sistema de evaluación desarrollado y aplicado nos ha permitido obtener un enfoque holístico de las participantes, constatando un perfil claramente diferenciado en relación con las variables relativas al ejercicio y a la condición física, pero en cambio no se ha observado una relación tan clara con las variables relativas a la alimentación y al perfil psicológico.
Obesity is a major health problem in developed countries. The design of evaluation systems which allow the combined assessment of prevention factors of overweight and obesity related to a healthy lifestyle is necessary. The aim of this study is to develop and implement a system of for the combined assessment of the physical exercise and diet behaviours, and psychological variables related to adherence. The system has been applied in female university students, comparing results based on their level of physical exercise.
MethodThe study included 38 female university students (22.64 ± 2.61) years old, classified into three groups: 12 Athletes, 12 Active women, and 14 Non-Active women. They completed a battery of questionnaires about physical exercise, eating habits, and psychological aspects related to adherence. Their anthropometric measurements were recorded and they performed fitness tests.
ResultsThe Athletes group showed greater muscular strength and endurance (P = .003), more minutes of previous exercise practice (P = .019) and current exercise practice (P > .001), and less emotional role (P = .031), compared to the other groups. The main motivations for all participants were health, stress reduction, enjoyment, and cardiorespiratory fitness improvement, the latter being higher in the Non-Active group (P = .043). The barriers score was higher in the Non-Active group, being significantly higher for the “unwillingness to be constant” (P = .001) and “lack of time” (P = .014). No significant differences in diet and mood states were found.
ConclusionThe developed and implemented evaluation system allowed us to obtain a holistic approach to the participants, noting a clearly differentiated profile in relation to variables for exercise and fitness, although there was no clear relationship with variables relating to diet and psychological profile.
La obesidad se ha considerado como la epidemia del siglo XXI a nivel mundial. Las personas con sobrepeso y con obesidad presentan un aumento de la morbilidad relacionada con el grado de exceso de peso y múltiples enfermedades asociadas, tanto en los hombres como en las mujeres1, 2. La Organización Mundial de la Salud declara como causa fundamental de la obesidad y el sobrepeso un desequilibrio en el balance energético, consecuencia de un aumento en la ingesta de alimentos hipercalóricos y de un descenso en la actividad física. En este sentido, para reducir la obesidad y el sobrepeso, propone acciones como limitar la ingesta energética procedente de la cantidad de grasa total y de azúcares, aumentar el consumo de frutas y verduras, legumbres, cereales integrales y frutos secos, y realizar una actividad física periódica (60 min diarios para los jóvenes y 150 min semanales para los adultos)3. Sin embargo, la inactividad física se destaca como otro de los grandes problemas de la salud pública4. En España 4 de cada 10 personas se declaran sedentarias en su tiempo libre, y el 44,4% de la población de 15 y más años afirma que no hace ejercicio y que ocupa su tiempo de ocio de forma casi completamente sedentaria. Asimismo, el sedentarismo está más extendido entre las mujeres (49,8%) que entre los hombres (38,8%)5. Sin embargo, el ejercicio físico es una herramienta importante para el tratamiento y la prevención de la obesidad, del sobrepeso y también de diferentes enfermedades crónicas, que ayuda a reducir las tasas de mortalidad. Así, las personas que adoptan un estilo de vida activo tienen vidas más largas y saludables respecto a las personas sedentarias, quienes presentan mayor probabilidad de padecer de forma prematura una enfermedad crónica y de morir a una edad más temprana6. Por lo tanto, resulta necesario desarrollar estrategias óptimas de actuación frente a esta situación, centradas en cambiar los hábitos de muchas personas respecto a la práctica de ejercicio físico y a la alimentación, a través del diseño de programas que contemplen estos 2 factores de forma combinada, permitiendo así alcanzar un balance energético y un estado de salud óptimos, de una manera sencilla y accesible para los individuos, y facilitando la adherencia a estilos de vida saludables.
En la literatura existente encontramos numerosos estudios centrados en cómo valorar la condición física7, cómo prescribir ejercicio físico para ayudar a las personas a aumentar su nivel de actividad física habitual8, 9, y cómo recomendar cambios sobre nutrición10, 11 y actividad física12, 13, 14. No obstante, el diseño de estos programas suele ajustarse a una prescripción estándar o genérica de dieta o ejercicio, sin contemplar variables psicológicas o conductuales que pueden influir en la adherencia. Para realizar con garantías una evaluación inicial y una posterior prescripción de ejercicio físico saludable de manera individualizada deben contemplarse conjuntamente la ingesta de alimentos (incorporación de nutrientes) y la actividad física que se realiza (gasto de calorías). Asimismo, es importante incorporar el análisis de variables psicológicas que permitan valorar la mejora del bienestar y la adherencia a las prescripciones de conductas saludables. En esta línea, estudios anteriores han destacado que únicamente un enfoque multidisciplinar donde se contemple la importancia de considerar aspectos psicológicos puede producir resultados significativos en la pérdida de peso y en la mejora de la calidad de vida de las personas15.
Bajo este planteamiento, se evidencia la necesidad de disponer de sistemas de evaluación estandarizados que permitan valorar la repercusión de las intervenciones en términos de salud y/o de mejora de la condición física. A la vez, se necesitan evaluar los factores que permitan ajustar las intervenciones a las necesidades individuales de las personas, y que permitan explicar qué variables se relacionan con la adherencia a un estilo de vida activo y saludable. Así pues, el objetivo del presente estudio es desarrollar y aplicar un sistema de evaluación combinada de las conductas de ejercicio físico, de alimentación y de las variables psicológicas relacionadas con su adherencia. El sistema se aplicará a 3 grupos de jóvenes universitarias con perfiles de práctica de ejercicio físico diferenciados (no-activas, activas y deportistas), para valorar si existen diferencias en cuanto al estadio de cambio y los hábitos de ejercicio físico y alimentación, a la motivación y las barreras hacia el ejercicio, al estado emocional, a la salud y bienestar y a la condición física saludable.
MétodoParticipantesLa muestra del estudio estuvo formada por un total de 38 mujeres estudiantes universitarias, que participaron de manera voluntaria y bajo consentimiento informado. Sus edades oscilaron entre los 18 y 30 años, con una media de edad de 22,64 años (DT = 2,61). Se compararon 3 grupos según el nivel de práctica físico-deportiva: 12 deportistas federadas en la liga catalana de baloncesto (todas estudiantes universitarias) que formaban parte de un mismo equipo que accedió a participar voluntariamente en el estudio; 12 mujeres activas y 14 mujeres no-activas, que se reclutaron desde una muestra de estudiantes universitarias para las que se pidió la participación voluntaria.
Instrumentos- Cuestionario de aptitud para la actividad física (Physical Activity Readiness Questionnaire)16. Cuestionario de 7 ítems de respuesta dicotómica (sí/no), para discriminar entre los participantes que deben consultar con su médico antes de practicar actividad física. En el caso de que el participante conteste afirmativamente únicamente a uno de los ítems se considera que el participante no es apto para realizar actividad física sin previa consulta médica.
- -Medidas antropométricas y test de condición física saludable17, 18: test de «flexiones de brazos», para la valoración de la fuerza y la resistencia musculares; test de «flexión del cuerpo hacia delante» para la valoración de la flexibilidad; índice de masa corporal (IMC) e índice de la cintura/cadera (ICC) para la valoración de la composición corporal.
- Autoinforme de los estadios de cambio para las conductas de práctica de actividad física, práctica de ejercicio físico, alimentación saludable17 que permite clasificar a las personas en las 5 etapas de cambio según el modelo de Prochaska19: precontemplación, contemplación, preparación para la acción, acción y mantenimiento.
- Historial de ejercicio físico y hábitos de alimentación. Cuestionario diseñado ad hoc para el estudio, en el que a partir de diferentes preguntas se recogía el hábito previo de práctica de ejercicio físico, la práctica actual y las preferencias de práctica de ejercicio físico en cuanto al tipo, frecuencia y duración, así como la frecuencia y la cantidad de ingesta de los diferentes grupos de alimentos.
- Cuestionario de salud SF-1220 para la valoración de la calidad de vida en relación con la salud. Está formado por 12 ítems y permite calcular puntuaciones (de 0 a 100, de peor a mejor salud) correspondientes a 8 dimensiones: función física, función social, rol físico, rol emocional, salud mental, vitalidad, dolor corporal y salud general. También se han calculado 2 puntuaciones sumario que permiten la comparación con una baremación de muestra española, según una puntuación normal estándar de 50: un componente físico y un componente mental.
- Perfil de estado de ánimo (POMS)21: se utilizó la versión abreviada formada por 18 ítems22 con una escala con 10 opciones de respuesta (desde 0 «nada» a 10 «mucho»), que permite obtener 6 factores: tensión, hostilidad, fatiga, depresión, confusión y vigor.
- Cuestionario de motivos para la práctica de ejercicio físico23. A partir de los ítems con mayor peso factorial en cada uno de los factores que contempla el cuestionario (afiliación, desafío, control del estrés, diversión y bienestar, reconocimiento social, competición, urgencias de salud, prevención y salud positiva, peso e imagen corporal, fuerza y resistencia, agilidad y flexibilidad) se ha elaborado un checklist en el que los participantes debían indicar cuál/es son los motivos que les conducen o conducirían a seguir un programa de entrenamiento.
- Cuestionario de barreras para la práctica de ejercicio físico24. De la misma manera que para el Cuestionario de motivos para la práctica de ejercicio físico, se elaboró un checklist a partir de los ítems con mayor peso factorial en los diferentes factores que contempla el cuestionario de barreras para la práctica de ejercicio físico (imagen corporal y ansiedad física social, fatiga/pereza, obligaciones y falta de tiempo, ambiente e instalaciones), en el que los participantes debían marcar cuál/es de las afirmaciones podrían suponer una razón para no seguir el programa de entrenamiento.
Los datos fueron recogidos en una sesión de 45 min aproximadamente. Los participantes en el estudio acudieron de forma individual al Laboratorio de Psicología del deporte (Universidad Autónoma de Barcelona), donde fueron recibidos en una sala para realizar los cuestionarios. En primer lugar firmaron el consentimiento informado, donde se les explicaba el objetivo de la sesión, y se les garantizaba la confidencialidad y anonimato de los datos. En segundo lugar, completaron el Cuestionario de aptitud para la actividad física, donde ninguna participante contestó afirmativamente a ningún ítem. Seguidamente cumplimentaron los cuestionarios y se tomaron las medidas antropométricas de cintura, cadera, talla y peso. Por último, se realizaron los test de condición física.
Una vez obtenidos los datos se procedió a calcular el IMC, el ICC y la puntuación de la dieta, a partir de la información relativa al cuestionario de hábitos de alimentación, y de acuerdo con el modelo actual de alimentación saludable elaborado por la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria25, sumando 0, 0,5 o 1 punto (no ajustada, parcialmente ajustada y ajustada, respectivamente) por cada respuesta a la realización de la ingesta recomendada para cada uno de los grupos de alimentos; la puntuación final puede oscilar entre 0 y 13 puntos. Finalmente se estimó el metabolismo basal a partir de la ecuación de Harris Benedict26, teniendo en cuenta el peso corporal, la estatura y la edad.
Previo al análisis estadístico, para poder valorar las diferencias en función del perfil de práctica de actividad física se clasificó a las participantes en 3 grupos, considerando como deportistas a las jugadoras federadas que provenían del equipo de baloncesto, como activas aquellas estudiantes que se encontraban en el estadio de cambio de mantenimiento de acuerdo al AECEF (practicaban ejercicio físico de forma regular durante los últimos 6 meses, con una duración mínima de 20 min al menos 3 días por semana) y como no activas al resto de estudiantes que estaban situadas en cualquiera de los otros estadios de cambio.
Análisis estadísticoEl análisis estadístico se ha efectuado utilizando el paquete estadístico SPSS (v.19.0 SPSS Inc., Chicago). La estadística descriptiva para las diferentes variables cuantitativas se muestra a partir del valor medio y de la desviación típica (media ± DE) y para las variables cualitativas, a partir de porcentajes. Para comparar las puntuaciones de las variables cuantitativas (SF-12, POMS, medidas antropométricas, test de condición física, minutos de práctica de ejercicio físico, puntuación de dieta y valor de la ecuación de Harris y Benedict) entre los 3 grupos se ha aplicado un análisis de la varianza ONEWAY, con contrastes post hoc según la corrección de Bonferroni para comparar los grupos 2 a 2 cuando existían diferencias significativas. Para la comparación de las puntuaciones de las variables cualitativas (estadios de cambio respecto al ejercicio físico, la actividad física y la alimentación saludable; motivos y barreras para la práctica de ejercicio físico) entre los 3 grupos se ha utilizado la prueba de Chi-cuadrado de Pearson. Para todos los análisis estadísticos se ha considerado un nivel de significación de p < 0,05.
ResultadosCondición física, historial de ejercicio físico y hábitos de alimentaciónComo puede observarse en la Tabla 1 existen diferencias significativas en cuanto a la edad, la altura y el test de flexiones de brazos entre los 3 grupos. Referente a la edad el análisis de contrastes de Bonferroni indica que las activas son significativamente mayores que las deportistas (p = 0,003). En cuanto a la altura las deportistas son más altas que las no activas (p = 0,054); en el test de «flexiones de brazos» se observa que las deportistas tienen mayor fuerza y resistencia muscular que las activas (p = 0,016) y que las no activas (p < 0,001). En relación con el historial ejercicio físico, se compara la cantidad de práctica actual de ejercicio físico semanal de forma cuantitativa (min/sem) entre los 3 grupos del estudio, donde se observa que las deportistas son las que practican mayor cantidad de ejercicio físico: alrededor de 240 min/sem más que las activas (p = 0,001) y 430 min/sem más respecto a las no activas (p < 0,001). De la misma forma, las activas practican más ejercicio físico que las no activas (p = 0,008). En cuanto a la práctica previa de ejercicio físico las deportistas practicaban significativamente más minutos que las no activas (p = 0,017). Finalmente, en relación con los hábitos de alimentación, no existen diferencias significativas entre los 3 grupos, ni en relación con el metabolismo basal, ni con la ingesta de alimentos saludables (puntuación dieta).
Tabla 1. Comparación de los componentes antropométricos, de la condición física y de la dieta en función del grupo de práctica de ejercicio físico, según un análisis de la varianza (ONEWAY)
Deportista (n = 12) | Activa (n = 12) | No activa (n = 14) | p | |
M ± DT | M ± DT | M ± DT | ||
Medidas antropométricas y de condición física | ||||
Edad (años) | 20,98 ± 1,85 | 24,34 ± 3,21 | 22,62 ± 1,62 | 0,004 a |
Peso (kg) | 63,89 ± 7,22 | 57,75 ± 4,55 | 64,28 ± 14,86 | NS |
Altura (m) | 1,68 ± 0,05 | 1,64 ± 0,03 | 1,63 ± 0,04 | 0,041 b |
IMC | 22,46 ± 2,13 | 21,34 ± 1,61 | 23,97 ± 5,79 | NS |
ICC | 0,73 ± 0,03 | 0,72 ± 0,03 | 0,73 ± 0,06 | NS |
Flexibilidad (cm) | 44,50 ± 10,54 | 36,42 ± 12,87 | 35,21 ± 11,18 | NS |
Fondos (n.° flexiones) | 32,58 ± 6,82 | 22,83 ± 11,06 | 16,93 ± 5,42 | 0,005 b,c |
Historial de ejercicio físico | ||||
Práctica previa (min/sem) | 525 ± 324,50 | 375 ± 423,97 | 152 ± 189,18 | 0,019 b |
Práctica actual (min/sem) | 480 ± 215,19 | 240 ± 113,69 | 50,71 ± 93,18 | < 0,001 b,c,d |
Hábitos de alimentación | ||||
Puntuación dieta | 7,58 ± 1,93 | 8,67 ± 1,74 | 7,46 ± 1,63 | NS |
Metabolismo basal (calorías) | 2.464,96 ± 219,61 | 2.489,42 ± 108,43 | 2.373,72 ± 239,31 | NS |
NS: no significativo.
a Activa > deportista.
b Deportistas > no activas.
c Deportistas > activas.
d Activas > no activas.
En la Figura 1 se presentan los resultados de la comparación entre los 3 grupos del estudio en relación con las 3 conductas de salud valoradas. Los resultados nos indican que, en cuanto al ejercicio físico, se observan diferencias significativas entre los 3 grupos de estudio (Chi cuadrado(38,2) = 38,00, p < 0,001). Para las deportistas y las activas el 100% de las participantes mantiene una conducta saludable en cuanto al ejercicio físico. En relación con la actividad física se observa que más del 90% de las deportistas y de las activas mantienen una conducta saludable, mientras que solo el 50% de las no activas la llevan a cabo (Chi cuadrado(38,2) = 8,49; p = 0,014). Respecto a la alimentación saludable se presenta una tendencia a la significación (Chi cuadrado(38,2) = 5,41; p = 0,067) siendo las mujeres activas las que presentan una mejor conducta saludable respecto a los otros grupos.
Figura 1. Porcentaje de participantes que realizan conductas saludables en función del grupo de práctica de ejercicio físico. Se muestran el porcentaje de participantes que mantienen una conducta saludable para cada una de las variables valoradas.* p < 0,05 (Chi-cuadrado de Pearson).
Calidad de vida en relación con la salud y estado de ánimoEn cuanto a la calidad de vida en relación con la salud, en la Tabla 2 se muestran los resultados obtenidos del análisis de la varianza (ONEWAY) para los distintos grupos del estudio. El rol emocional se destaca como un factor en el que se observan diferencias significativas entre los grupos. La prueba de contrastes de Bonferroni indica que las activas muestran un mayor rol emocional que las deportistas (p = 0,031). En relación con el estado de ánimo, en la Figura 2 se presentan las puntuaciones obtenidas en los factores del POMS para los 3 grupos, y se grafica el perfil óptimo del estado de ánimo (perfil Iceberg22). No se han encontrado diferencias significativas entre los grupos para ninguno de los factores.
Tabla 2. Comparación de los factores del SF-12 en función del grupo de práctica de ejercicio físico, según un análisis de la varianza (ONEWAY)
Deportista | Activa | No activa | p | |
M ± DE | M ± DE | M ± DE | ||
Dimensiones SF12 | ||||
Función física | 100 ± 0,00 | 100 ± 0,00 | 94,64 ± 10,6 | NA |
Rol físico | 85,41 ± 12,87 | 89,58 ± 14,91 | 90,17 ± 17,79 | NS |
Dolor corporal | 64,58 ± 37,62 | 87,50 ± 22,61 | 83,92 ± 36,17 | NS |
Salud general | 76,66 ± 12,30 | 71,66 ± 18,98 | 64,64 ± 16,22 | NS |
Vitalidad | 66,66 ± 16,28 | 66,66 ± 12,30 | 58,92 ± 18,62 | NS |
Función social | 79,16 ± 23,43 | 87,50 ± 16,85 | 87,50 ± 16,26 | NS |
Rol emocional | 61,45 ± 18,04 | 81,25 ± 15,53 | 76,78 ± 19,52 | 0,025 a |
Salud mental | 60,41 ± 22,50 | 68,75 ± 18,07 | 68,75 ± 10,68 | NS |
Puntuaciones sumarias | ||||
Componente físico | 54, 97 ± 7,20 | 55,31 ± 3,56 | 53,68 ± 6,19 | NS |
Componente mental | 42,33 ± 11,21 | 47,99 ± 7,35 | 46,97 ± 6,17 | NS |
NA: prueba no aplicable por falta de variabilidad en los grupos de deportistas y activas; NS: no significativo.
a Activas > deportistas.
Figura 2. Perfil de estado de ánimo, valorado con el POMS, para los 3 grupos de práctica de ejercicio físico. Se representa el perfil óptimo «iceberg».
Motivaciones y barreras para la práctica de ejercicio físicoPara analizar los resultados de los motivos y las barreras para la práctica de ejercicio físico se ha tenido en cuenta el porcentaje de las participantes que han contestado afirmativamente a los ítems de cada uno de los cuestionarios. Posteriormente, a partir de una prueba de Chi-cuadrado de Pearson se han analizado las diferencias entre los 3 grupos. En cuanto a los motivos únicamente se observan diferencias significativas en los motivos «mejorar la resistencia cardiorrespiratoria» (p = 0,043) y «participar en competiciones» (p = 0,024) (Figura 3).
Figura 3. Distribución en función del grupo de práctica de ejercicio físico para las participantes que contestan afirmativamente a los ítems referidos a los motivos para la práctica de ejercicio físico y proporción de cada grupo. El porcentaje indica la proporción de participantes con respuesta afirmativa respecto al total de la muestra.A: mejorar la resistencia cardiorrespiratoria; B: mejorar la fuerza; C: aumentar la masa muscular; D: mejorar la flexibilidad; E: mejorar la velocidad; F: controlar o perder peso; G: porque me siento bien haciendo ejercicio; H: mantener la salud; I: participar en competiciones; J: relajarme y combatir el estrés; K: demostrar a los demás lo que valgo; L: conocer gente nueva; M: recuperarme de una enfermedad o lesión; N: divertirme; O: tener metas por las que esforzarme; y P: otros.* p < 0,05 (Chi-cuadrado de Pearson).
Por otro lado, como puede observarse en la Figura 4, en relación con las barrreras, el total de las participantes del estudio presenta un porcentaje mayor de respuesta afirmativa a las barreras de «tener demasiado trabajo» (73,7%) y «no encontrar el tiempo necesario para el ejercicio» (55,3%). De manera más concreta, si comparamos los 3 grupos, considerando las participantes que han contestado afirmativamente, se observa que las no activas presentan puntuaciones más altas para la mayoría de las barreras, siendo estas diferencias significativas para las barreras de «Falta de voluntad para ser constante» (Chi cuadrado(38,2) = 13, 83; p = 0,001) y «no encontrar el tiempo necesario para el ejercicio» (Chi cuadrado(38,2) = 8,48; p = 0,014).
Figura 4. Distribución en función del grupo de práctica de ejercicio entre las participantes que contestan afirmativamente a los ítems referidos a las barreras para la práctica de ejercicio físico y la proporción de cada grupo dentro del ítem. El porcentaje indica la proporción de participantes con respuesta afirmativa respecto al total de la muestra.A: sentir que mi aspecto físico es peor que el de los demás; B: tener pereza; C: falta de voluntad para ser constante; D: tener demasiado trabajo; E: no encontrar el tiempo necesario para el ejercicio; F: que las instalaciones deportivas o los monitores no sean los adecuados; G: cansarme demasiado durante el ejercicio o tener miedo a lesionarme; H: otros.* p < 0,05.** p < 0,01 (Chi-cuadrado de Pearson).
DiscusiónEl objetivo de este estudio se ha centrado, en primer lugar, en desarrollar un sistema de evaluación combinada de las conductas de ejercicio físico, de alimentación y de las variables psicológicas relacionadas con su adherencia. En segundo lugar, el objetivo se ha centrado en aplicar el sistema desarrollado a una muestra de jóvenes universitarias con 3 perfiles diferenciados de práctica de ejercicio físico, para validar el sistema y a su vez valorar si la tipología de práctica de ejercicio físico se relaciona con el seguimiento de una alimentación más saludable, con un perfil psicológico diferenciado, con una mejor condición física saludable y con una mayor percepción de salud. A nivel general, el sistema de valoración aplicado nos ha permitido constatar un perfil claramente diferenciado en relación con las variables relativas al ejercicio y a la condición física, pero en cambio, no se ha observado una relación tan clara con las variables relativas a la alimentación y al perfil psicológico. Concretamente, hemos encontrado que, en cuanto a la condición física, se constata que el grupo de las deportistas (jugadoras de baloncesto) es el que presenta unos valores más altos en el componente de fuerza y resistencia muscular (test de fondos), ya que la práctica deportiva que realizan implica un trabajo específico de brazos, a diferencia de los otros 2 grupos, pero no se observan diferencias en los otros componentes de condición física valorados. Cabe indicar que en la evaluación de la condición física, la valoración del componente cardiorrespiratorio se considera imprescindible, por ejemplo, a través del Test de variabilidad de la frecuencia cardíaca en reposo, aunque este procedimiento no se ha incluido en este estudio porque ya se ha demostrado con anterioridad que se trata de un buen marcador del estado de condición física que correlaciona con la percepción de salud27. En la misma línea de la condición física se observan diferencias significativas en cuanto a la práctica previa de ejercicio físico, siendo las mujeres deportistas las que han practicado más en el pasado, seguidas por las activas y las no activas, lo que parece indicar que la historia previa de práctica de ejercicio ejerce una influencia clara en la práctica actual17. De este modo, en la práctica actual también son las deportistas las que más ejercicio practican, seguidas de las activas y las no activas. Sin embargo, estas diferencias en cuanto al ejercicio físico no se ven traducidas en diferencias significativas en las variables relativas al peso y a la composición corporal (IMC e ICC). Posiblemente esto puede ser debido a la homogeneidad de la muestra (la mayoría de participantes eran jóvenes estudiantes con una edad entre 20 y 30 años). Por otro lado, también se podría explicar porqué tampoco se han encontrado diferencias significativas entre los 3 grupos, ni en relación con las necesidades metabólicas (ecuación de Harris Benedict26), ni con la ingesta de alimentos saludables (Puntuación dieta). En el caso de la ecuación de Harris Benedict, quizás debería revisarse la fórmula de cálculo o actualizarse los parámetros en los que se basa una ecuación de regresión calculada a partir de datos de personas con parámetros antropométricos propios de hace prácticamente un siglo. En el caso de la puntuación dieta, en la misma línea que en estudios anteriores28, encontramos que no presenta valores elevados en ninguno de los 3 grupos a nivel cualitativo (valores medios dentro del rango de puntuación de 0-13 puntos). Este es un resultado importante a considerar, ya que a pesar que los valores del IMC y del ICC se encuentran dentro de la normalidad de acuerdo los baremos existentes17, 18; la adquisición y el mantenimiento de una alimentación cualitativamente no adecuada en la etapa vital en la que están las participantes probablemente repercutirá en su futura salud al tratarse de un momento crítico en el desarrollo del estilo de vida28.
Por otro lado, en cuanto a la percepción de la calidad de vida con relación a la salu (cuestionario SF-12), en general tampoco encontramos diferencias significativas entre los 3 grupos, excepto para el factor de rol emocional, donde el grupo de las activas muestran valores significativamente superiores a las deportistas. Si partimos de su definición, este factor se entiende como el grado en el que los problemas emocionales interfieren en las actividades diarias29. Podemos interpretar que las mujeres activas tienen más estabilidad emocional que las deportistas. Este resultado viene corroborado por menores puntuaciones (aunque no estadísticamente significativas) en la escala de salud mental y en el componente mental para las deportistas. En conjunto, los resultados del SF-12 sugieren que la práctica del deporte competitivo en las deportistas se relaciona con una tendencia a percibir una mayor ansiedad en sus tareas cotidianas. Esto también se refleja con una mayor puntuación de las deportistas en la escala de tensión del POMS (un punto por encima de las activas y las no activas), aunque este último no ha mostrado diferencias significativas para ninguna de sus escalas.
En relación con la percepción de motivaciones y barreras para practicar ejercicio, observamos que los aspectos motivacionales encontrados en nuestro trabajo concuerdan con los encontrados en estudios anteriores en poblaciones similares, donde se destacan como motivaciones principales en mujeres jóvenes aspectos relacionados con la salud, con liberar la energía acumulada o motivos estéticos30. Sin embargo, teniendo en cuenta los aspectos diferenciales entre activas y/o deportistas frente a no activas, encontramos resultados diferentes respecto a estudios recientes donde destacan que las mujeres practicantes (activas y/o deportistas) valoran más los motivos relacionados con la salud y el desarrollo de la habilidad, y las no practicantes valora más aspectos relacionados con la afiliación y el reconocimiento social31. En cambio, en el presente estudio los motivos de salud resultan igualmente importantes para todas las participantes y el desarrollo de habilidades (que podríamos equiparar con las motivaciones de mejora de la condición física que recoge el instrumento que hemos administrado) en el caso de «mejorar la resistencia cardiorrespiratoria» se erige como más importante en el caso de las no activas, seguidas de las activas y después de las deportistas. En este sentido seguramente las deportistas son las que menos se preocupan por su resistencia cardiorrespiratoria, al estar acostumbradas a entrenar esta capacidad, y no movilizan su actividad hacia este aspecto al no percibir que carezcan de él. Por otro lado, los motivos relacionados con la afiliación y el reconocimiento social son aspectos con poca importancia en nuestra muestra, especialmente en el grupo de las no activas. En cuanto a las barreras para la práctica de ejercicio físico se han encontrado diferencias significativas en los ítems «falta de voluntad para ser constante» y «No encontrar el tiempo necesario para el ejercicio», siendo el grupo de las no activas el que los ha confirmado con un mayor porcentaje. Además, la barrera que presenta un porcentaje de respuesta más elevado, similar para los 3 grupos, es la de «tener demasiado trabajo», en la misma línea que en estudios anteriores32.
La valoración del estadio de cambio para las conductas saludables valoradas (Figura 1), de una manera esperable, indica que las jugadoras de baloncesto son mujeres activas en el estadio de mantenimiento. Asimismo, respecto a la actividad física (realizada en situaciones cotidianas), también se encuentran diferencias entre las no activas y el conjunto de los otros 2 grupos, siendo las no activas el grupo más sedentario. Sin embargo, en cuanto a la alimentación saludable, a pesar de que se observan diferencias en función del grupo, siendo las activas las que presentarían un porcentaje superior de personas situadas en el estadio de cambio de mantenimiento, tal y como hemos discutido anteriormente, no se traducen en diferencias entre los 3 grupos cuando valoramos la puntuación dieta. Esto nos hace pensar que probablemente resulta más sencillo ajustar la percepción que tenemos a la conducta real que se lleva a cabo en conductas más fáciles de operacionalizar, como son la práctica de actividad física o el ejercicio. En cambio, la determinación de una alimentación implica una mayor complejidad a la hora de los aspectos a considerar, que no son siempre bien conocidos por la mayoría de la población. Este resultado es importante a la hora de llevar a cabo programas educativos y preventivos dirigidos a la población general, en los que se deben enfatizar los aspectos cualitativos de la alimentación.
ConclusionesEl sistema de evaluación desarrollado y aplicado en este estudio nos ha permitido obtener un enfoque holístico de las participantes, constatando un perfil claramente diferenciado en relación con las variables relativas al ejercicio y a la condición física. Pero, en cambio, no se ha observado una relación tan clara con las variables relativas a la alimentación y al perfil psicológico. Este sistema puede ser útil para realizar una evaluación basal y de seguimiento en los participantes de programas de estilo de vida saludable a partir de una prescripción combinada de ejercicio físico y de alimentación saludable, adaptada a las características y necesidades de cada persona.
FinanciaciónEste trabajo se ha realizado gracias al proyecto PSI2011-29807-C01-01 del Ministerio de Ciencia e Innovación.
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
Recibido 13 Enero 2016
Aceptado 30 Marzo 2016
Autor para correspondencia. eva.parrado@uab.cat