INTRODUCCIÓN
La actividad deportiva requiere la ejecución de movimientos armónicos y bien estructurados, donde la integración de diferentes sistemas -entre ellos el sistema nervioso central (SNC) y el sistema musculoesquelético- desempeña un papel fundamental para el éxito del gesto deportivo.
La representación motora se basa en un conjunto de movimientos bien aprendidos surgidos de un aprendizaje previo, la acción se automatiza y se almacena en la memoria para su uso posterior1. Se sugiere que la corteza parietal y frontal son los sustratos neuronales donde se almacenan las representaciones internas de las acciones motoras. Las neuronas en la corteza deben codificar los aspectos dinámicos del movimiento, dirección y fuerza.
Las representaciones motoras pueden mostrar dos modelos de activación cerebral, que pueden actuar de manera aislada o simultánea: un modelo que activa la corteza parietal y frontal que transfiere las informaciones sensoriomotoras y los movimientos automatizados, y otro modelo que activa la corteza parietal, prefrontal y frontal, que se utiliza para la planificación y la preparación y para el aprendizaje motor2. Las vías del sistema visual de Goodale podrían desempeñar un papel determinante en la transformación de las representaciones motoras en movimiento3.
En atletas con discapacidad intelectual (DI) el desempeño deportivo está influido por sus alteraciones, características morfofuncionales propias de su patología y de la gravedad del daño neuromuscular. Definimos la DI como el estado caracterizado por limitaciones significativas en el funcionamiento intelectual y la conducta adaptativa que se manifiesta en actividades prácticas, sociales y conceptuales, con inicio antes de los 18 años4. Clínicamente, la DI se caracteriza por dismorfia típica, hiperlaxitud articular e hipotonía muscular, presente estas últimas en el 85% de los casos.
La DI presenta diferentes etiologías, y la causa genética más frecuente es el síndrome de Down, en el que hay una trisomía del cromosoma 21 por la no disyunción en la meiosis en el 95% de los casos. La incidencia en Cuba es de 7,8 × 10.000 nacidos vivos; en Japón, de 4 × 10.000, y en Estados Unidos, de 10,4 × 10.000, y es más frecuente en edades maternas avanzadas5.
Otra causa de DI es el consumo de alcohol durante el embarazo, que produce el síndrome fetal alcohólico. El alcohol o sus derivados acetilaldehídos interfieren en los procesos metabólicos necesarios para el desarrollo del encéfalo durante la embriogénesis. Ocurre entre el 30 y el 50 de las madres que consumen alcohol durante el embarazo6. Condiciones perinatales como las distocias del parto, el parto pretérmino, fetos menores de 32 semanas y peso menor de 1.500 g, y la hipoxia neonatal pueden producir daño cerebral y provocar DI. Los antecedentes de DI en familiares de primer grado son elementos importantes para sugerir una herencia multifactorial cuando se excluyen otras causas conocidas.
La literatura consultada afirma que en el 10 al 50% de los casos de DI no se puede precisar la causa7. Pitetti et al8 señalan en estudios realizados con dinamometría isocinética que los discapacitados intelectuales presentan menores valores de fuerza muscular en todos los grupos de edades que la población sana. Horvat, al comparar la fuerza muscular de individuos con síndrome de Down y otros con DI de otra etiología, encontró resultados significativamente menores en los primeros.
El propósito de nuestro estudio fue determinar la relación existente entre el desempeño deportivo y la etiología y el grado de discapacidad, y para ello estudiamos 30 atletas que participaron en los Juegos Nacionales de Olimpiadas Especiales en levantamiento de pesas. Los resultados obtenidos muestran que los atletas con DI ligera alcanzaron mejores resultados en las tres modalidades en que se compitió que los que presentaban un mayor grado de discapacidad, y los atletas con síndrome de Down alcanzaron menores resultados que otros atletas con igual gravedad de discapacidad.
MATERIAL Y MÉTODO
Se estudiaron 30 atletas masculinos con discapacidad intelectual que participaron en los Juegos Nacionales de Olimpiadas Especiales en levantamiento de pesas, sin limitación físicomotora, a los que se les determinaron las siguientes variables para su clasificación.
Edad cronológica. Se recogió la fecha de nacimiento por carnet de identificación.
Peso. Determinado con una balanza de contrapeso DETECTO y con el atleta vestido sólo con ropa interior.
Etiología. Entrevista con tutor y datos recogidos de la historia clínica.
Grado de discapacidad. Datos recogidos de la historia clínica.
Para el desempeño deportivo se aplicó la fórmula total de Schwartz, que consiste en multiplicar el peso levantado por un coeficiente determinado para su peso corporal (regla 1-10 a 13 de la Federación Internacional de Halterofilia [IPF]) en cada una de las modalidades que se compitió.
Modalidades
Press de banca. El atleta debe colocarse extendido sobre banco con la cabeza, el tronco y los glúteos pegados al banco y los pies planos sobre el suelo; debe mantener esta posición mientras ejecute el levantamiento (regla D 1-9 IPF).
Levantamiento directo. Levantamiento de peso muerto. La barra debe colocarse horizontalmente ante los pies del atleta, que la agarrará con una presa optativa con ambas manos y la levantará con un movimiento continuo hasta ponerla vertical (regla D 1-2 de IPF).
Squat o flexión de piernas. El atleta debe colocarse con el tronco derecho, la parte superior de la barra transversal en posición horizontal respecto a los hombros, las manos agarrando la barra y los pies planos sobre la plataforma, y entonces flexionar las piernas hasta formar un ángulo no menor de 90 grados (regla D 1-6 IPF).
Análisis estadístico
Los datos obtenidos de cada grupo se presentan como promedios, medias y desviaciones estándar. Para la comparación se utilizó el test de Mann-Whitney. Las diferencias fueron consideradas estadísticamente significativas para valores de p <0 050>
Se obtuvo el consentimiento informado para la realización de este estudio de todos los atletas.
DISCUSIÓN
En nuestra investigación, la etiología más frecuente de DI fue el síndrome de Down, con 7 atletas (23%), seguida por las distocias de parto, con 5 atletas (16,5%), sólo superados por las causas desconocidas, con 9 atletas (30%) (tabla I). Estos porcentajes coinciden con la literatura revisada, que los sitúa entre el 10 y el 50%9,10.
En cuanto al grado de discapacidad, predominó el grado ligero de DI, con 19 atletas (63,3%). El grado moderado se observó en 7 atletas con síndrome de Down y en 4 cuya etiología no pudo ser definida. La edad y el peso corporal de los grupos estudiados no presentaron diferencias significativas (tablas II y III).
Se observó que los atletas con DI moderada obtuvieron resultados deportivos significativamente menores que los atletas con DI ligera en las tres modalidades en que se compitió: levantamiento de banco, peso muerto y acuclillado (tabla IV), lo que quizá pueda explicarse por la presencia de 7 atletas con síndrome de Down que constituían parte de ese grupo.
Pitetti et al8,12 señalan en estudios realizados con dinamometría isocinética que los discapacitados con síndrome de Down presentan valores bajos de fuerza muscular en los brazos y las piernas.
Cuando comparamos el desempeño deportivo de los atletas con síndrome de Down con otros con igual grado de discapacidad pero de diferente etiología, los primeros mostraron menores valores en su desempeño (p < 0,05) en peso muerto y acuclillado (tabla V). Estos resultados coinciden con estudios realizados por otros autores12,13.
Horvat et al12, al comparar la fuerza muscular de individuos con síndrome de Down y otras discapacidades causadas por otra etiología, encontraron resultados significativamente menores en los primeros.
Estudios realizados con dinamometría isocinética para determinar la fuerza muscular de los pacientes con síndrome de Down mostraron valores significativamente menores durante la abducción de cadera y la extensión de la articulación de la rodilla, que el grupo control14.
La fuerza muscular en el cuádriceps y bíceps femoral fue significativamente menor en jóvenes atletas con discapacidad intelectual que en el grupo control, en diferentes ángulos medidos con dinamometría isocinética (Cybex II)15.
En un estudio comparativo16 de sujetos con síndrome de Down, personas con discapacidad intelectual sin síndrome de Down y sujetos sedentarios, al medir el pico de torque mediante dinamometría isocinética a velocidades angulares de 60 y 90 grados/s con Cybex 340, en la flexoentensión del codo se encontraron valores más bajos en el primer grupo; la diferencia entre los sujetos con síndrome de Down y los sujetos sedentarios es significativa.
Debemos señalar que los pacientes con síndrome de Down pueden ser más sensibles a la fatiga, debido al estrés oxidativo que provoca el ejercicio y el ámbito competitivo, ya que las células trisómicas poseen una sobreexpresión de la enzima superóxido dismutasa por encontrarse su gen SOD-1 en el cromosoma 21 q22.1, lo que altera el metabolismo de las especies reactivas de oxígeno, con la posterior formación de radicales hidroxilos, considerados el oxidante natural más potente17,18.
CONCLUSIONES
Numerosos estudios coinciden en que la fuerza muscular en sujetos con síndrome de Down es menor que en sujetos con discapacidad intelectual de otras causas. Consideramos que la promoción de la actividad física en esta población constituye un sistema de apoyo para reducir los factores de riesgo asociados al sedentarismo, pues eleva la capacidad cardiorrespiratoria y la fuerza muscular, y proporciona un mayor grado de capacitación.
Correspondencia: Carlos Alberto Morales Salas (camsalas@infomed.sld.cu).
Recibido el 21 de julio de 2008 / Aceptado el 15 de abril de 2009.