La mayoría de estudios indican que existe una correlación negativa entre la práctica de ejercicio físico y la ansiedad y depresión, aunque resulta necesario precisar mejor qué tipo de actividad, o qué sector de población, y con qué características. En el presente estudio se pretende conocer la relación entre la práctica de ejercicio físico y la ansiedad y la depresión.
MétodoSe estudiaron 371 mujeres universitarias con una media de edad de 21,29 años, a las que se administró un cuestionario de ansiedad, uno de depresión y uno sobre actividad física y variables sociodemográficas.
ResultadosLos resultados indican que las estudiantes que practican actividad física, sea esta federada o no federada, manifiestan menores niveles de ansiedad y de depresión que las estudiantes sedentarias.
DiscusiónEl conocimiento aspectos diferenciales en cada una de las diferentes etapas de la vida de la mujer, permitiría desarrollar políticas de intervención que incluyeran programas específicos de actividad física regular, por un lado, y programas de fortalecimiento psicológico, por otro, que posibilitarían incrementar la calidad de vida de la mujer. Para ello, será fundamental que tanto la investigación como la intervención se realicen desde una perspectiva multidisciplinar.
Most studies suggest a negative correlation between physical exercise and anxiety and depression, although it is necessary to specify what type of activity, or what sector of the population, and with what characteristics. In the present study is to understand the relationship between physical exercise and anxiety and depression.
MethodsThe total sample included 371 women university with a mean age of 2129 years, who completed a questionnaire on anxiety, depression and physical activity and sociodemographic variables.
ResultsThe results indicate that students who practiced physical activity, whether or not federated show lower levels of anxiety and depression than sedentary students.
DiscussionKnowledge differential aspects in each of the different stages of life of women, policy interventions would develop specific programs that include regular physical activity, on the one hand, and psychological programs to strengthen the other, which would enable increase quality of life of women. This will be crucial for both research and intervention are made from a multidisciplinary perspective.
La práctica regular de actividad física parece relacionarse con efectos beneficiosos, tanto físicos1 como psicológicos2. Por otro lado, existe abundante investigación que avala la práctica de actividad física como factor de protección ante problemas médicos, como cardiopatía isquémica, HTA, ACV y osteoporosis3, y psicológicos como ansiedad, depresión y demencia4,5,6,1. Además, la investigación muestra que el ejercicio físico contribuye a aumentar el bienestar psicológico7,8,9,10, y proporciona beneficios en la densidad ósea de los practicantes, incrementando la densidad mineral ósea en las primeras etapas de la vida y ralentizando la pérdida de masa ósea en personas mayores de 50 años11.
La práctica regular de actividad física parece que crea una serie de hábitos y actitudes muy aconsejables desde el punto de vista de la salud. Es conocida la relación entre el sedentarismo y la aparición de ciertas enfermedades12,13, así como su relación con niveles superiores de ansiedad14, y depresión15.
Parece existir una correlación negativa entre la práctica de ejercicio físico y la ansiedad y depresión, aunque resulta necesario precisar mejor qué tipo de actividad, o qué sector de población, y con qué características. La mayoría de estudios se han realizado con muestras de otros entornos sociales, culturales y económicos, con lo que resulta muy importante realizar estudios en nuestro contexto que nos permitan ratificar o no, y en qué sentido, estas relaciones. Por otro lado, dado que la población femenina es más propensa a sufrir este tipo de trastornos, y que el sedentarismo afecta de una manera especial a la población femenina16, el análisis de este tipo de muestras resulta de capital importancia. El presente estudio, centrado en mujeres universitarias, pretende conseguir 2 objetivos: a) conocer la relación entre la práctica de ejercicio físico y la ansiedad y b) conocer la relación entre la práctica de ejercicio físico y la depresión.
MétodoParticipantesSe analizaron un total de 371 mujeres universitarias, con una media de edad de 21,29 (DT=±5,03), con una edad mínima de 17 años y máxima de 52 (figura 1).
Figura 1. Distribución de las mujeres por grupo de edad.
El 84,3% pertenecían a la Universidad Católica San Antonio de Murcia, y el 15,7% a la Universidad de Murcia. Del total de la muestra, el 26,7% eran estudiantes de la licenciatura de ciencias de la actividad física y el deporte, el 54,2% de enfermería, el 5,7% de terapia ocupacional, el 3% de nutrición, y el 10,5% de pedagogía. La gran mayoría de ellas estudiaba entre primer y segundo curso (42,9% y 41,8% respectivamente) con un 11,1% en tercer curso, 4% en cuarto y 0,3% en quinto. Prácticamente la mitad de la muestra residía en la ciudad de Murcia (49,9%) y el resto en pedanías de esta población.
Instrumentos y procedimientoLa ansiedad se evaluó mediante el State-Trait Anxiety Inventory (STAI) de Spielberger, Gorsuch y Lushene17. El STAI está formado por 2 escalas separadas de autoevaluación que miden 2 conceptos independientes de la ansiedad (estado y rasgo). En este trabajo se ha utilizado la subescala ansiedad rasgo, que evalúa una propensión ansiosa, relativamente estable por la que difieren los sujetos en su tendencia a percibir las situaciones como amenazadoras y a elevar, consecuentemente, su ansiedad estado. El formato de esta subescala está constituido por 20 frases con 4 opciones de respuesta en una escala tipo likert (0=casi nunca; 3=casi siempre); hace referencia a cómo se siente el sujeto generalmente, en la mayoría de las ocasiones. Es un cuestionario de autoevaluación que puede ser autoadministrado de forma individual o colectiva.
La depresión se evaluó mediante el Inventario de Beck Depression Inventory18. El Beck Depression Inventory permite obtener un índice general de depresión y se fundamenta en el modelo teórico de Aaron Beck, estando caracterizado por un alto contenido en distorsiones cognitivas (pesimismo, desesperanza, culpabilidad, etc.). Fue adaptado al castellano y validado por Conde y Useros19, y ha sido durante mucho tiempo la versión más conocida en nuestro país. En esta investigación se administra la versión del Beck Depression Inventory, adaptada al castellano e incluyendo las aportaciones críticas realizadas por Conde, Esteban y Useros20. El formato está constituido por 19 ítems con 5 opciones de respuesta para cada síntoma, evaluadas en una escala de 0–5 puntos según la gravedad. La puntuación directa total se obtiene sumando los valores correspondientes a cada una de las frases marcadas por el participante en los 19 apartados. El marco temporal al que hace referencia el cuestionario es al momento actual y a la semana previa. Su contenido enfatiza más en el componente cognitivo de la depresión, cuyos síntomas representan en torno al 50% de la puntuación total del cuestionario, siendo los de tipo somático/vegetativo el segundo bloque de mayor peso.
Los datos sociodemográficos y los referidos a la práctica deportiva se tomaron mediante el cuestionario de Candel21. Este es un cuestionario de autoinforme formado por 21 ítems, de los que los 11 primeros informan sobre las características personales y sociodemográficas, y los 10 últimos sobre la práctica deportiva que realizan las estudiantes. En todos los casos las respuestas son cerradas. El pase de pruebas fue colectivo, solicitando permiso al profesor o profesora de turno, y solicitando la participación voluntaria de las estudiantes.
Análisis estadísticoLos análisis estadísticos se realizaron con la versión 16 del programa SPSS para Windows. Se realizó un análisis de varianza, en la que se estableció como variable dependiente tanto la ansiedad como la depresión, y como variable independiente la práctica o no de actividad física (se definió el grupo de práctica de actividad física al formado por las estudiantes que sí practican, tanto estén federadas como no federadas; se definió el grupo de no práctica de actividad física al formado por las estudiantes que no practican, tanto a las que antes sí han practicado pero no lo hacen en la actualidad, como a las que nunca han practicado). Para establecer comparaciones por pares se utilizó la prueba Post Hoc Scheffe. Para todos los casos se utilizó un nivel de significación de p<.05.
ResultadosEn la tabla 1 se observan los valores medios de ansiedad y depresión según los diferentes niveles de práctica de actividad física. En concreto, las mujeres que desde una perspectiva general sí practican actividad física presentan valores medios de ansiedad (1,15±5,84) menores que las que no practican actividad física (2,42±6,89), aunque estas diferencias no son significativas (F1,356=1,816, p=0,179). De igual modo las mujeres que desde una perspectiva general sí practican actividad física manifiestan valores medios de depresión (6,42±1,98) menores que las que no practican actividad física (7,56±5,77), y en este caso las diferencias sí son significativas (F1,358=3,849, p<0,05) (tabla 1).
Tabla 1. Valores medios y desviación típica de ansiedad y depresión en estudiantes universitarias
Ansiedad | Depresión | |||
Media | Desviación típica | Media | Desviación típica | |
Sí practican y están federadas (n=94) | 0,23 | 4,97 | 4,77 | 0,96 |
Sí practican pero no están federados (n=30) | 1,44 | 6,12 | 6,97 | 2,14 |
No practica pero antes sí han practicado (n=175) | 2,23 | 6,58 | 7,50 | 3,74 |
No practican ni ha practicado (n=60) | 2,98 | 7,78 | 7,73 | 3,93 |
TOTAL (n=395) | 1,98 | 8,55 | 7,16 | 5,25 |
Al analizar los valores de ansiedad y depresión en función del tipo de práctica de actividad física, en la tabla 1 se aprecia que las mujeres que menor ansiedad y depresión presentaban eran aquellas que sí practicaban actividad física y además estaban federadas, seguidas de las que sí practicaban pero no estaban federadas, de las que no practicaban pero habían practicado y finalmente de las que no practicaban ni habían practicado. Concretamente se apreciaron diferencias estadísticamente significativas en depresión entre las mujeres que sí practicaban y estaban federadas con el resto (p<0,001), así como entre las que sí practicaban pero no estaban federadas con las que no practicaban pero antes sí lo hicieron (p<0,01), así como con las que no practicaban ni habían practicado (p<0,05). No se apreciaron diferencias estadísticamente significativas en ansiedad entre los diferentes grupos objeto de estudio.
DiscusiónEn el presente estudio se ha intentado responder a si la práctica de actividad física de estudiantes universitarias se relaciona con los niveles de ansiedad y depresión de estas. Los resultados indican que las estudiantes que practican actividad física, sea esta federada o no federada, manifiestan menores niveles de ansiedad y de depresión que las estudiantes sedentarias, en la línea de la mayoría de trabajos que han estudiado estas relaciones4,5,22,23,24.
Considerando las palabras del doctor Julio Bobes, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica (SEPB), de que en la última década la ansiedad o la depresión han crecido hasta ocupar el 40% o 50% del tiempo de los psiquiatras al día25, y que según la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental (FEPSM)26, la mayor frecuencia de sufrir trastornos de ansiedad generalizada se ha observado en edad adulta joven (20–35 años), sobre todo en mujeres, parece importante prestar atención a los resultados de la investigación acerca de la relación entre práctica de actividad física y ansiedad y depresión.
Aunque en el presente trabajo las diferencias en ansiedad no han resultado estadísticamente significativas, sí parece que la práctica de ejercicio físico se relaciona con niveles más bajos de ansiedad. En este sentido, Gutiérrez, Espino, Palenzuela y Jiménez27 estudiaron, en jóvenes universitarios de ambos sexos, los efectos de un programa de ejercicio físico sobre los niveles de ansiedad, encontrando un descenso de esta en 3 de las 4 medidas realizadas, concluyendo que los beneficios del ejercicio físico regular sobre la ansiedad no se limitan a muestras clínicas, o de adultos, sino también a jóvenes «normales». En otro estudio, realizado en mujeres sedentarias y fumadoras, de edades comprendidas entre los 17–28 años, González, Núñez y Salvador28 analizaron los efectos de la actividad física sobre la condición física y el bienestar psicológico; el grupo de mujeres que realizó el programa de entrenamiento obtuvo mejoras en la condición física y descensos en la ansiedad cognitiva.
Respecto a la depresión, que según las conclusiones del Foro de Mujeres Psiquiatras Españolas29, se ha convertido en la principal enfermedad mental que afecta a la mujer, triplicando su incidencia respecto a la del hombre, puede considerarse que el sector de población de mujeres jóvenes es un grupo de riesgo, ya que en estas edades las mujeres manifiestan niveles superiores de depresión que en la mayoría de grupos de edad, salvo quizá la de mujeres mayores, tal y como indican diversos estudios españoles30,31. Si la relación entre práctica de actividad física y beneficios psicológicos se ha mostrado muy importante en grupos de mujeres mayores, tal y como señalan diferentes estudios32,33, los resultados de este trabajo indican que, también en el grupo de mujeres jóvenes, la práctica de actividad física parece ser importante en la reducción de los niveles de depresión, lo que cobra especial interés considerando el grupo de mujeres jóvenes (media de edad de 21,29 años) como factor de riesgo.
Los trabajos de Biddle y Mutrie22, de Weyerer y Kupfer34 y de Roldán, Lopera, Londoño, Cardeño y Zapata35 indican que las probabilidades de presentar síntomas depresivos son mayores en las personas sedentarias que en aquellas que realizan algún tipo de ejercicio físico; en esta línea, North, McCullagh y Tran36 realizaron una revisión de los estudios de la depresión y ejercicio, encontrando que tanto en las formas aeróbicas como anaeróbicas el ejercicio parecía tener efectos positivos sobre la depresión; aunque para Blasco, Capdevila y Cruz37 los efectos son más claros en sujetos con depresiones leves, que en los que tienen depresiones severas. En general, estos y otros estudios muestran que la actividad física se relaciona con niveles menores de depresión38,39,40, aunque se debe tomar en consideración, tanto la intensidad como la frecuencia y el tipo de ejercicio físico realizado.
Tanto la ansiedad como la depresión son de los factores que más contribuyen a la percepción negativa de la calidad de vida. Si la depresión puede ser considerada como uno de los problemas de salud mental más común41, la ansiedad parece afectar de modo directo a la salud mental en determinadas etapas de la vida, como la adolescencia42,43. La sintomatología depresiva y ansiosa parece ser mayor en mujeres que en hombres, y determinados factores sociodemográficos parecen tener una importante influencia en estas patologías, como la edad30. En este sentido, el estudio de Candel, Olmedilla y Blas31, realizado con chicas adolescentes, muestra que las chicas que realizaban actividad física manifestaban niveles inferiores de ansiedad, pero superiores de depresión, aunque en ningún caso las diferencias fueron estadísticamente significativas. Sin embargo, en algunos trabajos con muestras de mujeres adultas, los resultados indican que aquellas que realizaban ejercicio físico, concretamente asistencia al gimnasio o a programas específicos de actividad física, manifestaban niveles inferiores de depresión44, y menores niveles de ansiedad45.
A partir de estos resultados, se plantean algunas consideraciones, tanto para la investigación futura como para la intervención. Siguiendo la recomendación de aumentar la investigación diferenciada por género en el tratamiento de las enfermedades mentales29, la incorporación de programas específicos de actividad física, según diferentes poblaciones de mujeres, podría posibilitar resultados muy importantes para poder establecer relaciones causales entre estas variables. En la línea, por ejemplo, del trabajo realizado por Ramírez, López, Triana, Idarraga y Giraldo46, en el que un grupo de mujeres menopáusicas incrementan su percepción de salud tras un programa de actividad física terapéutica en medio acuático. Bodin y Martinsen47 estudiaron los efectos de la autoeficacia como mediadora entre el ejercicio físico (bicicleta estática y artes marciales) y los síntomas depresivos en pacientes depresivos (hombres y mujeres), observando que los sujetos que realizaron artes marciales incrementaron los estados de ánimo positivos y la autoeficacia, disminuyendo los estados de ánimo negativos y la ansiedad, aunque no aparecieron resultados estadísticamente significativos en el grupo de sujetos que realizaron bicicleta estática. Aunque algunos autores48 sugieren que para problemas como la ansiedad, el practicar ejercicio que implique altos grados de concentración (tenis, tenis de mesa) no es recomendable, ya que podría producir más tensión que relajación. En cualquier caso, tal y como sugieren las conclusiones del estudio metaanalítico de Netz et al10, en poblaciones de personas mayores parece que el ejercicio físico afecta positivamente al bienestar psicológico, en una proporción casi 3 veces mayor en los grupos que realizaban algún tipo de programa de actividad física, que en los que no lo realizaban.
Estas contradicciones, ya históricas respecto al tipo de ejercicio recomendado para la ansiedad49,50, o al efecto real del ejercicio sobre estados psicológicos, o sobre pautas y hábitos más saludables2 que inciden sobre aquellos, sugieren la necesidad de realizar estudios en los que se contemplen estas variables, pero realizarlos con grupos específicos de población de riesgo.
Si se ha establecido un perfil de riesgo de la mujer adulta, con un mayor nivel de vulnerabilidad a sufrir niveles altos de ansiedad, por un lado, y de depresión, por otro45, tomando diferentes criterios sociodemográficos y psicológicos, sería muy importante ahondar en aquellas variables que, en las diferentes etapas de la vida de la mujer, pudieran ser relevantes en la vulnerabilidad a este tipo de enfermedades mentales. En este sentido, cada etapa de la vida, adolescencia, juventud, madurez, senectud, parece que conlleva aspectos diferenciales en la relación práctica de actividad física y ansiedad o depresión, tal y como reflejan los resultados de algunos estudios31, donde entre las adolescentes no aparecen diferencias significativas entre las que practican actividad física, de las que no lo hacen, incluso los niveles de depresión son superiores en aquellas, lo que contrasta con los resultados del trabajo de Olmedilla et al44, en el que las mujeres adultas que sí practican actividad física manifiestan menores niveles, tanto de ansiedad como de depresión, y con los resultados de este trabajo donde también aparecen niveles inferiores de depresión y de ansiedad en las practicantes, aunque respecto a esta última no son significativos.
Por último cabe indicar que una cuestión básica en el devenir de la investigación podría ser ¿la práctica de actividad física hace que las manifestaciones de ansiedad y depresión sean menores?, o ¿son los niveles bajos de ansiedad y depresión lo que hace que las mujeres sean más activas físicamente? En este sentido, sería interesante realizar estudios con muestras de mujeres que manifestaran grados moderados de ansiedad y depresión, y que llevaran una vida sedentaria, para así poder observar si determinados tipos de programas de actividad física producen una mejora de esta sintomatología.
El conocimiento de estos aspectos diferenciales, permitiría desarrollar políticas de intervención que incluyeran programas específicos de actividad física regular, e incluso programas de fortalecimiento psicológico (autoestima, técnicas de relajación, estrategias de afrontamiento, control mental, etc.), que posibilitarían incrementar la calidad de vida de la mujer, en cada una de las etapas de vida, y los beneficios psicológicos que ello comporta. Para ello, será fundamental que tanto la investigación como la intervención se realicen desde una perspectiva multidisciplinar.
FinanciaciónEn parte, este trabajo se ha realizado gracias a la ayuda 05691/PPC/07 (Fundación Séneca, Agencia Regional de Ciencia y Tecnología de Murcia).
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
Recibido 13 Enero 2010
Aceptado 15 Marzo 2010
Autor para correspondencia. aolmedilla@pdi.ucam.edu